Por MARIO
VILLEGAS * / Tomado de semanario Quinto
Día
En la vida
hay acontecimientos que llenan al ser humano de enorme felicidad. Uno de esos
me lo deparó Movilnet en estos días.
Desde hace
décadas, la empresa tiene en vigor un plan institucional que premia a sus
usuarios cada vez que estos cumplen aniversario de haber adquirido y mantenido
en uso la misma línea telefónica. Recuerdo que todos los años, Movilnet me
entregaba gratuitamente un teléfono celular de última generación en obsequio a
mi lealtad. Y yo no era una excepción, pues lo mismo hacía la empresa con cada
uno de los miles y miles de usuarios de sus servicios postpago.
Así ocurría
año tras año. Mientras mayor era el uso y el consumo de la línea telefónica,
mayor era la calidad y el precio del teléfono recibido en premio. Una relación
en la que la empresa ganaba y también el usuario. Eso que llaman ganar-ganar.
El plan
lealtad se mantiene, pero ahora con otras características. Así que en
estos días, cuando cumplí veintinosecuantos años como usuario de la telefónica,
recibí este agradabilísimo mensaje: “Gracias por tu lealtad. Celebras un
aniversario más con Movilnet. Por ello te obsequiamos Bs. 257,67 en tu factura”.
¡Qué
felicidad tan grande!
La misma
empresa, la mismita que antes me regalaba un moderno aparato celular cada 365
días, ahora en manos rojas-rojitas me regala en su factura de servicios un
descuento por la maravillosa cantidad de doscientos cincuenta y siete bolívares
con sesenta y siete céntimos. ¡Una verdadera fortuna!
Ahora no sé
qué hacer con ese realero que me voy a ahorrar en el pago de la factura: ¿Darlo
en inicial para un apartamento? ¿Comprarme un carro nuevo? ¿O disfrutar de unas
soñadas y bien merecidas vacaciones en Europa?
¡Pero qué
desilusión! El premio de Movilnet no alcanza ni siquiera para comprarme un
caramelo, que al día de hoy cuesta el doble de lo que me regaló la empresa
telefónica. Tampoco para pagar el pasaje de ida en una camionetica
caraqueña.
A decir
verdad, la versión “revolucionaria” del plan lealtad es más bien un fiasco. Una
auténtica burla. La guinda que adorna un servicio de telefonía móvil cada vez
más deficiente.
Es, en
definitiva, expresión y muestra inequívoca de la involución, de la decadencia
en la que el Socialismo del siglo XXI ha sumido al país.
Tristemente,
vamos pa’tras como el cangrejo. Y ojalá fuera solo en materia telefónica.
Venezuela
está materialmente empobrecida. Así está el aparato productivo nacional. La
industria en todas sus ramas. También la producción agrícola y pecuaria. Así
están nuestras escuelas, liceos y universidades. Nuestros centros de salud.
Nuestras calles y avenidas. Nuestros acueductos, nuestro sistema eléctrico nacional.
Y, sobre todo, empobrecidas nuestras familias en la inmensa mayoría de la
sociedad venezolana.
Resultado,
todo-todito, de políticas públicas erradas diseñadas y ejecutadas por
funcionarios comprometidos con un modelo que no puede sino tragarse el
patrimonio público y vomitar cada vez mayor miseria sobre la población.
Insisto en
que como el presidente Nicolás Maduro no va a cambiar el modelo y sus
correspondientes políticas, habrá entonces que sustituir a Maduro. Hacia allá,
y en todos los escenarios pacíficos, debe dirigirse el empuje político y
electoral de las fuerzas del cambio democrático.
Y en cuanto
al premio de Movilnet, ya decidí qué hacer. No me queda otra que guardar ese
dinero y esperar el premio del año que viene para completar y comprarme un
caramelo. Si es que la inflación me lo permite.
*@mario_villegas