El oso Pan Pan recibiendo una tarta el día de su cumpleaños
Aquel ejemplar tenía un libido excepcional. Esto, que en los
humanos puede tratarse de una condición más bien normal, es muy inusual en los
osos panda que viven en cautiverio.
Tomado de Grandes Medios
A mitad de los años 1980 solo quedaban 1.000 osos panda en
todo el mundo. Con mucho desespero los biólogos intentaban salvar la especie
mediante el rescate de ejemplares para su crianza en reservas. Un oso panda de
estos asumió como propio el compromiso de evitar la extinción. En
ese momento surgía una leyenda.
Pan Pan (un término que significa algo así como ‘esperanza’),
así llamaron los cuidadores al osezno. Más apropiado no pudo ser el nombre,
porque aquel ejemplar se convirtió en la verdadera esperanza para todos los de
su especie.
Unos años más tarde (en 1991), Pan Pan fue trasladado a
la Reserva Natural de Wolong, en cumplimiento de un programa
del Gobierno chino para la cría en cautiverio. A medida que comenzó el oso a
relacionarse con otros, los cuidadores de la reserva empezaron a percatarse de
algo especial.
Aquel ejemplar tenía un líbido excepcional. Esto, que en los humanos puede
tratarse de una condición más bien normal, es muy inusual en los osos panda que
viven en cautiverio. Hasta ese momento, todo el empeño por multiplicar la
especie se habían encontrado con el obstáculo del desinterés
por aparearse y una preocupante falta de habilidad de los machos para
montar a las hembras.
En estado salvaje, los osos panda solo se agrupan para
copular una vez al año. El resto de su tiempo permanecen solitarios. En
cautiverio el proceso es todavía más complicado, pues los animales no
muestran interés alguno por reproducirse. En medio de su desespero, los
biólogos recurrieron a la inseminación artificial, un procedimiento costoso y
sin mucha probabilidad de éxito. Casi la mitad de los oseznos morían luego de nacer.
Apareció entonces Pan Pan
Después de seis meses tuvo lugar el primer nacimiento de un
cachorro sin intervención de humanos. Se le llamó Bai Yun y
hoy habita en el zoológico de San Diego.
El caso de Pan Pan era totalmente insólito. De un total de
520 pandas nacidos en cautiverio durante los últimos 30 años, 130 son hijos
suyos. Su extraordinaria efectividad reproductiva no solo logró repoblar la
especie, también ha permitido el desarrollo de un programa totalmente renovado
y eficaz de cría en cautiverio.
Una investigación en 2004 constataba la efectividad de Pan
Pan. Al parecer, su éxito no solo radicaba en el excepcional interés que tenía
por las hembras, sino también en el hecho de su apareamiento duraba más
tiempo (hasta 7 minutos). Su comportamiento sirvió además para que
otros osos despertaran su interés en la tarea de preservar la existencia de su
especie.
Pero no todo es color de rosa en esta historia. La conducta
de Pan Pan tiene su lado cuestionable porque debilita la diversidad genética de
su propia especie. Muchas maniobras han tenido que hacer los biólogos para
lograr distribuir la descendencia de este padre sin que el legado de la especie
se vea perjudicado.
El éxito del programa de cría en cautiverio también ha
generado un nuevo inconveniente: existen muchos pandas en cautiverio,
pero muy pocos salvajes. El trabajo de los científicos se enfoca ahora
en criar a estos osos para que sean salvajes, no tiernas criaturas peludas incapaces
de subsistir algún día fuera de una jaula. Las nuevas crías de osos panda viven
con sus madres en extensos territorios boscosos cercados donde se mantiene al
mínimo cualquier contacto con los humanos.
Un cáncer terminó con la vida de Pan Pan en 2016, y muchos de
sus hijos nunca sabrán lo que es habitar en un bosque, aunque se espera que
varios de sus nietos sí logren disfrutar de la libertad en un ambiente natural.